"Si, si señores, yo soy de Boca". Cada vez que otro expresa su opinión, tomo una pausa
antes de responder y pienso en lo que voy a decir, antes de decirlo. Evito
centrarme en una pequeña frustración, a veces sin lograrlo. No asumo
cualquier cosa que alguien juzga inapropiada, de lo que pienso o hago. Me
digo “Calma, no le hagas caso”. No siempre lo puedo lograr. No permito que las críticas negativas de una
persona definan mi identidad. Mantengo una perspectiva. No considero a
una crítica negativa como un hecho absoluto y permanente. Si creo que la
crítica tiene algo interesante, la utilizo como una oportunidad para mejorar. Si
casi nunca he interactuado con una persona y no me conoce del todo, en general,
no hago caso a su crítica. Tengo en
cuenta si la crítica de una persona tiene buenas intenciones. La
forma en la que una persona expresa una opinión sobre mi puede indicar si debo
hacerle caso o tomarla en serio. Me pregunto: -“¿Esta persona tiene en su
sentimiento mi beneficio? - ¿Esto es algo en lo que puedo esforzarme para
volverme mejor, o tan solo es una crítica que busca agredirme?”. Al formarme
una opinión, siempre procedo a la investigación académica, casi nunca a una
noticia periodística. Si no existe otro remedio, busco varias fuentes
periodísticas y luego saco conclusiones. Leo libros que no están en las
primeras góndolas de las librerías, papers y artículos publicados por
diferentes teóricos relevantes, medios informativos intelectuales-si leo otros,
lo hago considerando sus intereses-. Intento siempre incluir las perspectivas
que cuestionan mis ideas. Reúno mi propia información en lugar de aceptar o
mostrar desacuerdo de forma impulsiva, acerca de lo que otra persona piense o
exprese. Nunca rehúyo la reflexión.
Determino con cierta
facilidad si una persona se ha formado e informado sobre un tema. Antes
de preocuparme demasiado por lo que alguien piensa, tengo en cuenta su pericia
y la manera en la que expresa su opinión. Si tengo un Master y un Doctorado y, he
escrito mis tesis sobre asuntos o acontecimientos históricos determinados, sepas
que valoro y defiendo mi posición frente otra persona menos informada, pero con
el objeto de ayudarla.
Además de tener en cuenta la fuente de una información,
pienso en la forma de expresarse del medio o el periodista o académico venal,
que los hay. Me pregunto ¿es una persona informada la que tengo enfrente, un
periodista, un académico, una Fundación financiada por corporaciones privadas o
publicas, de que y para que? -¿Sobre que tema se trata? ¿Se trata el asunto de
forma clara y considerada, o tan solo hay injurias agravios, ofensas, infamias,
escarnios, mofas, provocaciones insolencias y criticas por estar en desacuerdo;
o para defender intereses? – También analizo las afirmaciones cargadas de
cumplidos, piropos, lisonjas, elogios, reverencias y genuflexiones.
No finjo
estar de acuerdo tan solo para complacer a los demás. No transo convicciones. No
se puede ir por la vida dándoles el gusto a todos. Máxime sobre temas donde uno
tiene una opinión que en ciertos círculos es políticamente incorrecta, que va
en contra de “la norma”, en especial si le he dedicado tiempo sentado leyendo y
reflexionado para formarme mi opinión. En mi análisis, establezco un equilibrio
entre las teorías, las evidencias empíricas y mi experiencia, en lugar de
tratar de coincidir con la mayoría. Respeto lo que los demás piensen y acepto
que no todos pensarán igual que yo, pero nunca dejo de desafiar su capacidad de
reflexión.
Prefiero estar del lado de los más vulnerables en lugar
de los más aventajados y no finjo prescindencia aunque me convendría
económicamente que tengan razón los últimos, solo para complacerlos y ayudarlos
a ser más cínicos e hipócritas, si es que lo son, si es que fuera el caso. Tengo
mi propia opinión, no repito como un loro lo que dice Lanata ni Navarro. Solo
enseño en la universidad. Trato de citar reconocidos autores entre sus pares.
Intento “describir” (nunca enseñar) cuando estoy frente a “otro par” no presumo
explicarle, ya que lo considero una falta de respeto.
Es saludable (no normal) para mi, sostener
mis principales valores y creencias, no suelo renunciar a ellos tan solo para
ser popular entre encumbrados botarates. Por ejemplo, tengo convicciones de fe,
metodológicas y políticas que frecuentemente reviso, por lo cual me he
cimentado para conferenciar. No modifico mis convicciones, porque alguien las
critica por cuestiones de ignorancia.
Tomo decisiones que coinciden con mis
prioridades, en lugar de hacer lo que los demás consideran relevante. Si me
invitan a una fiesta a emborracharme, burlarme de alguien o hacer un negocio
nebuloso, voy a abstenerme porque es muy importante para mí. Yo elijo “que cosas NO hacer”. En lugar de ir a una
fiesta solo para lucir amigable o presumir picardía realizando trampas, siempre
optare por estar libre de las consecuencias que oprimen a quienes toman ese
camino. Constantemente me estoy preparando en todas las áreas (oración,
natación, lectura, cursos) ya que es importante para mí mantener mi integridad
(esta es: espiritual, física e intelectual).
Tengo cabal idea de lo que me gusta y
lo que no me gusta, cuido mi entorno y estilo de vida, por eso no tengo un
millón de amigos como Roberto Carlos.
El gusto es la
subjetividad, la historia personal de cada uno y la formación es otra cosa. Si
alguien dice no me gusta esto o aquello, tengo muy en cuenta su opinión, pero no
es la palabra final para mi.
Prescindo de
las críticas no solicitadas. Las redes sociales son una
manera inmensa de mantenerse conectado con tantas personas que no podría llegar
a reunirme o conocer. No obstante, también permite que algunos usuarios tengan
muchas oportunidades inmerecidas y la ejerzan con absoluta impunidad. Como no
deseo recibir mas agravios gratuitos-recibo muchísimos-, a instancias de un
amigo que me dio un consejo, los elimino. También he entendido que de esa
manera evito serle de tropiezo. Si te elimine de mired, creo que he sido lo
suficientemente claro.