Voy a reunir el engañar y el mentir por ser costumbres similares o
paralelas. El engaño tiene tres expresiones: uno puede engañarse a sí
mismo, puede engañar a otros, y puede ser engañado por otros. Todas estas
formas, por mas pomposas que sean, tienen relación directa con la integridad o
la falta de integridad que padece nuestra sociedad. Para guardar o mantener la
integridad ética, intelectual, emocional, sentimental, espiritual; es necesario
evitar ser engañados por otras personas. Veo en estos días, un sinnúmero
de personas que procuran engañar a otras, a los cuales quisiera yo evitar; en
el sentido de no molestarme luego por poner en ellas mi confianza, pero los
mentirosos están por todas partes. Lo encuentro en el trabajo, en algunas
universidades sucede entre los alumnos y profesores, en los comercios donde
hacemos las compras, en un servicio al cliente donde el empleado “zafa”, en un
programa de TV donde un títere con cara de serio, con un aceptado “falso
sentido común”, miente sin sonrojarse. En la radio el conductor lee una noticia
como si fuera propia, la saca de algún sitio o periódico sin citar la fuente, y
asume las mentiras y el costo de lo que dicen y se propaga. En los periódicos
ya sabemos, y en Internet no me imagino el volumen que alcanza esta desgracia
de nuestra sociedad.
Engañar a otras personas es similar a mentir, no tiene
diferencia. El engaño o la mentira son un cambio o distorsión de la
verdad, sea o no sea en forma obvia o no obvia. La astucia que tienen grandes personajes para lucir
serios cuando cuentan las mentiras mas grandes; no difiere mucho de la de un
colaborador mío cuando le pregunto por algo que no hizo, y debía haber hecho.
Logran acosos, engaños, explotación, mediante amenazas inciertas; y “todo de
mentira”. Para empezar en las empresas, los burócratas valoran al mentiroso. No
porque figure en los requisitos, pero porque “cuando es necesario”, el sujeto
va a mentir. No importa que tenga los súper conocimientos en lo que va a
trabajar, solo que no proteste en publico, aunque lo haga por lo bajo; y para el mentiroso, hacer todo
lo que se le dice valdrá la pena, y eso si, si escucha o cree ver cualquier
cosa, va a contárselo al jefe, esperando ser recompensado.
Un solo ejemplo: Le dije a mi abogado: ¡eso es mentira!, aunque como
estaba certificado por una escribanía que decía haber presenciado una situación
imaginaria, mi abogado me dijo: búscate
dos amigos tuyos como testigo y vamos nosotros a otra escribanía; inventaremos
una mentira mas grande, porque en un pleito, una mentira se rebate con una
mentira mayor. ¿Eso es el
derecho? Pues, parece bastante torcido, no es raro entonces que la sociedad
siga las reglas que están establecidas por quienes supuestamente son aquellos
que administran justicia, acusando o defendiendo.