Chicago, continúo residiendo en esta ciudad emblemática, atestada de influyentes universidades, son más de las 2 a.m. (las 5 de la mañana en mi Buenos Aires querido). Por el milagro de Internet hojeo la edición de un matutino. Esto es maravilloso, pero extraño mucho mi país, mi gente, amo tanto lo nuestro.
No puedo mantenerme a salvo, no tengo conducta; reincido en el desliz de leer las noticias de los diarios. Se especula acerca de que hallarse en el exterior nos salvaguarda del consumo de lecturas vernáculas perturbadoras, pero eso no es verídico.
Hace solo unos minutos, tropecé con una opinión acerca del pago de la deuda con el FMI. No pude con mi genio y me eché una “queja de bandoneón” que despertó a mi esposa, ella vino a preguntarme -¿qué sucedía?-, ¡nada, nada, le espeté!
Enseguida que se fue mi esposa me pregunté -¿A cuántos economistas de una cierta corriente de pensamiento se percibirá como gente seria?-
En esta ciencia donde el egoísmo fue sumisamente aceptado, es una premisa para explicar la conducta del-“homo economicus”-; la arrogancia, el fingimiento y la truhanería parecen no tener límite. Una vez más, me duele el corazón, me pregunto si la gente estará al corriente de que un economista no es un ser inapelable. La respuesta es,-una gran cantidad de personas cree que un economista es un erudito matemático con conocimientos cósmicos. Solo un porcentaje muy pequeño de público sabe que muchos de estos fulanos que se exhiben con majestuosidad forastera, son en realidad gente sanchopancesca con formación universitaria. Solo en función de su aprendizaje exhiben más habilidad en los medios para alegar sobre temas de su incumbencia. Lucen convincentes inclusive en temas que ignoran olímpicamente.
Evidentemente, deberían responder con riguroso criterio técnico, pero sin embargo no lo hacen, tampoco hablan de “economía al alcance de todos”. No se halla nada de lo que dicen o escriben que se encuentre ausente de manipulación.
Construir y/o analizar “fundamentals” e interpretarlos con objetividad, advirtiendo los riesgos e identificando las oportunidades debería ser su principal tarea. Hay economistas que lo hacen de manera brillante, estos aportes son altamente aprovechados por una sociedad amilanada que pasó por una crisis de magnitud. Estoy auto impuesto a que la opinión pública sepa que un economista no es un magistrado y no tiene las siete verdades inmutables de lo que pasa o lo que vendrá. La economía se nutre de la matemática, pero no es una ciencia exacta, y se complica mucho cuando los economistas hacen abstracción de los aspectos universales de la vida. Restrictivamente, y en virtud de la ausencia de aciertos, muchos economistas opuestos al enfoque productivista podrían guardar un perfil más bajo, no digo prescribir en su actividad, pero como dicen aquí, deberían tomárselo mas suave. Creo que ciertamente no deberían desempeñar el papel de fiscales permanentes e irrevocables. -¿Cómo es posible que después de cuatro años de errores sigan los mismos acusones que concentran la atención en la menudencia? - ¿Porqué ese exclusivo fin de estorbar a los colegas que están trabajando en el sector público de mi país?- Yo creo asimismo que también hay otros tediosos, no desmedidamente resentidos o tan intrépidos, pero aún así deberían observar mayor austeridad a la hora de responder preguntas.
Si de lo que se trata es de ser opositor, uno tiende a sospechar de sus motivaciones, pienso que son excesivamente tentados por la sponsorización y el mecenazgo; una práctica mas adecuada para pintores o escultores que para profesionales en ciencias económicas.
La verdad, es que muchos economistas traviesos han trascendido y ganado dinero trabajando de lobbistas, sea a través de honorarios de consultoría, apoyos económicos para fundaciones, conferencias o ayuda en sus apariciones que los constituyen en operadores de ciertos intereses.
Es cierto que es difícil conseguir clientes de consultoría en una economía productivista con empresarios a quienes le va bien, ellos creen que no necesitan nada; pero la opción no es convertirse en un agente evidente de las actividades más rezagadas, respaldando lo insostenible, luce obsceno. Sin integridad profesional corporativa, se hace difícil diferenciarse. La sociedad guarda reservas mentales que encarcelan por igual a todos los hombres y mujeres del mismo gremio. Algunos podemos adicionar, que algunos medios de comunicación condicionan los enfoques técnicos por causa de sus clientes y lectores. Esta anti ética en la competencia responsable, se acrecienta para quienes no toleran condicionamientos ni pautas mayoritariamente aceptadas.
Profundizando estas cosas, he identificado las siguientes lacras espirituales que se han instalado durante los años pasados: Petulancia, vanidad, auto percepción de superioridad sobre el colega, absolutismo, falacias, descalificación al que piensa distinto, etcétera, podría seguir. Todo esto es estimulado por la cámara y el micrófono de los medios afines al negocio, que claramente “no son todos”. Pero no termina allí, por firmar una nota en el suplemento económico del domingo, muchos perdieron de vista su rol en la sociedad y la profesión. A cambio de esta merma en su integridad en aquellos tiempos, los autores de los artículos se adjudicaron cuentas para su consultora, clientes que jamás hubiesen atraído evidenciando la coyuntura con autenticidad. Dicen lo que los clientes potenciales quieren escuchar, “marketing basura”.
En este marco descrito descarnadamente, las opiniones de ciertos economistas, hoy siguen siendo una falta de respeto y cinismo, disfrazado de punto de vista. También sus apariciones sirven para desmerecer el resultado exitoso de los que propusieron cosas distintas y acertaron. Los últimos dos gobiernos, con un solo economista “supuestamente gris”, rompieron todos los esquemas de hipotéticos expertos que no acertaron ni en el cinco por ciento de sus pronósticos.
El presidente Kirchner se hastió acertada o equivocadamente, inclusive dio algunos nombres de medios de comunicación y economistas cofrades que por momentos enjuiciaban y pronosticaban en una forma caprichosa, más reflejando lo que les gustaría que pase, que lo que realmente iba a pasar. Sin embargo, con lo vulnerable que se han vuelto todos los aprendices de gurú, el doctor Kirchner no acierta a aprovechar el beneficio de una economía que exhibe trece trimestres de crecimiento sostenido. El presidente destierra e ignora con la misma aridez a quienes desempeñan objetivamente la profesión, que a quienes lo acometen de un modo torpe, a través de los medios más refractarios. Lamentablemente un mandatario que acumula más aciertos económicos que todos sus predecesores-en economía-no distingue o no honra las diferencias éticas, ni la autenticidad en esa área. No escucha sugerencias ni recibe aportes; paradójicamente hace lo mismo que los incinerados gobernantes anteriores. ¡Que lástima Presidente!
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