El canje de la deuda externa con los bonistas constituye un logro significativo. No obstante la buena noticia de la reestructuración, es que ahora, seguramente, comenzará un tiempo de reflexión con el objeto de analizar desapasionadamente las causas que llevaron a la Argentina a la crisis y el default. Es posible que a partir de este momento se extienda el entusiasmo que proviene de una renegociación exitosa y, tal vez esto conduzca a una entrada de capitales que pueda menear la tarea del BCRA para sostener un tipo de cambio real alto, clave del modelo de producción, exportación y empleo vigente desde 2002. A mi juicio, la preocupación acerca de cuan peligroso podría ser un aluvión de inversiones no debe amplificarse ya que el tipo de cambio real entre el peso y el dólar de hoy, es suficientemente alto en términos históricos. Podemos calcular que esa relación se encuentra hoy, en alrededor de 22% arriba, con respecto al promedio de los últimos 30 años. Además, el peso se devaluó a partir del segundo trimestre de 2003 con relación al resto de las monedas del sistema monetario internacional, mejorando la competitividad, debido a que el dólar en el resto del mundo se depreció con respecto a las monedas fuertes como el Euro. En asociación, podría señalar que el exceso de oferta de dólares en el mercado cambiario en 2005 se tratará en forma disciplinada, ya que el BCRA viene haciendo una tarea muy seria.
La salida del default de la Argentina implica que se va a registrar un proceso creciente de inversiones de menor a mayor, en lugar de generarse un torrente de capitales como fluía en la década del noventa, porque el ambiente de negocios prevaleciente en la Argentina y en el mundo tiene un perfil absolutamente diferente al que prevalecía en aquellos tiempos. Podemos recordar años en que el flujo de capitales hacia los países emergentes registraba alrededor de U$S 250.000 millones y eso evidentemente no está claro que vuelva a suceder, por lo menos en el futuro inmediato.
Pero con un fortalecimiento progresivo de las instituciones, con mayor justicia, se puede constituir el necesario ambiente pro negocios para que la inversión privada haga su aporte y consolide el ciclo de crecimiento al cual asistimos durante los últimos dos años. Es obvio que este gobierno no tiene ninguna vocación por retornar a la década del noventa y tampoco parece que el mundo vaya a persistir por mucho tiempo en esa dirección.
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