El 2004 cerró con un superávit comercial de US$ 12.133 M, producto de exportaciones por US$ 34.453M e importaciones (CIF) POR US$ 22.320. Necesitábamos un cambio de visión conceptual y nos estamos aproximando. Si transitamos la actual propuesta, empezaremos a jugar por fin, en dos ligas a la vez. La Liga –financiera- del torneo de Corto Plazo y La Liga del torneo del progreso sustentable a Largo Plazo. Esta irrupción de una economía productiva y de aumento de nuestras exportaciones, no es otra cosa que el reconocimiento y la corrección de las derivaciones del pasado reciente. La irrupción de un enfoque comercial-productivo, cambió la manera de hacer negocios en la Argentina y por lo tanto la forma de planear la vida de los ciudadanos. Luego de veintisiete años de depósitos a plazo fijo por treinta días, en las empresas, estamos pensando en planes estratégicos de rediseño productivo. Tuvimos “la patria contratista” primero, pero después llegó “la banca contratista”. Antes de las privatizaciones, los industriales eran sospechados porque hacían negocios con el estado. Luego de las privatizaciones y la apertura de la economía, los bancos vivían prestándole al estado.
¿Por qué se tuvo que poner fin al enfoque “exclusivamente financiero”en Argentina?
El enfoque financiero es un enfoque que tiene mucho que ver con la cultura anglo americana y por cierto que les resulta útil. Esta perspectiva aplicada a los negocios le permite admitir la circulación libre de capitales, sin riesgos de volatilidad incontrolada o excesiva. Esta forma de operar está relacionada y requiere una “conciencia de lo propio” como país y como ciudadanos particulares. Para estas culturas lo trascendental es su fundamento. Desde sus orígenes, son países con sociedades fundadas en principios emanados de “La Reforma”, con el tiempo alterados, pero siempre presentes en el ideario popular. Respeto por la propiedad ajena o propia en sus comunidades y esfuerzo propio. El grado de controles necesarios en una sociedad con esas bases fundacionales, es infinitamente inferior a los de una sociedad que ha vivido sin fundamentos por muchísimos años, en una situación permanente de inestabilidad (ref.hist.-a pocos años de la independencia, ya transitábamos la anarquía.-) El “sálvese quien pueda” podría escribirse en los manuales de pillería del liderazgo argentino en general. Desde el amnésico ascendido en su estrato social, hasta el funcionario de tres apellidos exageradamente concienzudo de su estirpe, aunque tan bribón e insensato como el primero. Claramente estos no son problemas económicos sino culturales, pero influyen e impactan el funcionamiento de una economía en una manera categórica y decisiva.
Vivir sobre fundamentos, está íntimamente ligado a la ética reformista, la gente cree en el sistema financiero y paga sus impuestos, es mayoritariamente confiada y con un nivel de compromiso mayor. Es por eso, que ese ciudadano confía más en un sistema legal y jurídico que funciona invariablemente mejor, en su territorio.
Una encuesta pre electoral en los Estados Unidos arrojó que el noventa y nueve por ciento de los votantes no votarían por un Presidente no creyente o sin un compromiso religioso explícito. Mientras resolvemos nuestros problemas culturales, las exportaciones Argentinas que representaban menos del diez por ciento del PBI, hasta la debacle de fines de 2001, pasaron a representar el 23% de un PBI que creció nada menos que 19% en dos años.
Es muy auspicioso saber que “el negocio país” que estaba reposado en un enfoque excesivamente financiero ha despertado y dejó de ser una célula marginal de la economía para convertirse en el principal apoyo de financiamiento público.