"En
la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el
Gobierno", resaltó durante una exposición por los festejos por el 50°
aniversario de la creación de la Comisión Nacional de Valores (CNV) (14 de
noviembre de 2018)
Falta aun más de un año para que el nuevo presidente
asuma. Este periodo no termino. En 2001, mientras Cavallo lanzaba un desplante
altanero a un periodista-antes de viajar
a Washington-, recordé una historia similar a la de Dujovne esta mañana. Otra
vez esto de: “yo lo hice”, “yo tengo el apoyo del FMI y del sistema
financiero”, “yo, yo, yo…lo hicimos y no nos caímos”
En el año 605
a. C. el rey de Babilonia Nabucodonosor,
sitió Jerusalén y se llevó cautivo al pueblo de Judá incluyendo jóvenes rehenes muy bien educados (en lugares como al
presente concurrieran con el Cardenal Newman y la Nueva Escuela Argentina 2000,
del barrio de Belgrano). Aquellos talentos asimismo eran herederos de familias
de la nobleza de Judá (como este hijo de los
arquitectos Silvia Hirsch-apellido
de un Bunge & Born y Bernardo Dujovne-Decano de Arquitectura de la UBA durante el
gobierno Radical-).
Los babilonios trataron de obtener la lealtad de los
jóvenes cautivos hacia el rey Nabucodonosor y su corte, con una estrategia que
en nuestro tiempo sigue vigente. Captar voluntades reverenciales, comprometidas
a “pertenecer”.
Para conseguir sus objetivos, el departamento de
recursos humanos del reino babilonio adoptaba un programa de tres puntos:
1)
A
los cautivos se le daban nuevos nombres nacionales. Esto tenía un significado-,
sus ajenos apodos sugerían un cambio de lealtad.
2)
Posteriormente,
se les supeditaba a un entrenamiento de tres años para enseñarles las
costumbres y la lengua de los caldeos.
3)
Por
último, se les proporcionaba el mejor alimento que podía ofrecer Babilonia que
era la mismísima comida y bebida que tomaba el rey cada día.
A esta altura luce obvio que el imperio intentaba
seducirlos con toda clase de estímulos para procurar sus anhelos y los ayudaban
a cambiar su cultura, haciéndoles a la vez leales a ellos.
Entre muchos horrores, el altivo Nabucodonosor hizo
una estatua de oro ante la cual su pueblo y los cautivos de cualquier creencia
religiosa se debían postrar y adorar o bien, eran echados en un horno de fuego
ardiendo por no someterse. Palmariamente, se constituyó la obligatoriedad de la
religión del Estado sin discusiones. Ni siquiera hablar de libertad de culto.
Aquella mañana de octubre de 2001, ante un ambiente de
interés público. Ese día todavía Cavallo se refirió a ciertos políticos como
"los progre" (versión moderna de la usanza: "zurdos"). Recuerdo
que a la noche, coincidía Cavallo en un programa de TV, con un sacerdote que
despreció a un reconocido economista y periodista-hoy director del Banco
Central-de apellido judío llamado Enrique Szewach: "este país es católico,
le guste o no a algunos"… hablando de xenofobia... Ese mismo día le
escribí a Enrique para solidarizarme con él.
Paseando por el palacio real, Nabucodonosor quien
ostentaba el control político y obviamente económico de Judá, que transformaba
la cultura e imponía su religión; se dijo a sí mismo mientras admiraba su
dominio: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y
para gloria de mi majestad?” - En la Argentina podemos recordar diversas frases
arrogantemente estrafalarias, en diferentes periodos, de quienes tuvieron a su
cargo el ministerio de economía o hacienda.
Un prestigioso economista del establishment, presentando
su plan dijo: "lo voy a decir una vez y no lo repito más"… Así fue,
en 48 horas, De la Rúa lo despidió del ministerio de economía.
Conozco a otros que hoy apoyan este proyecto, y como han
abundado en descalificaciones a los premio Nobel Stiglitz y Krugman.
El actual ministro de hacienda, de quien se espera
aunque sea “1” acierto, expresa una infundada arrogancia: “En la Argentina
nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que se caiga el Gobierno”. Tan
siquiera Cavallo era ya un reconocido technopol internacional.
Cuenta La Biblia que Dios fue paciente doce meses con
Nabucodonosor, antes de ejecutar su sentencia, dándole oportunidades para
arrepentirse y cambiar de actitud, pero él hombre no la aprovechó. Su orgullo
recibió el castigo divino cuando enfermó mentalmente y comenzó a manifestar el
comportamiento de una bestia, literalmente. La descripción de su condición
previa al escarmiento, presenta los
síntomas de una forma rara pero conocida de megalomanía. Nabucodonosor y
Cavallo eran megalómanos. Cuenta La Biblia que este rey terminó comiendo hierba
con los bueyes, y que su pelo creció, sus uñas eran como la de las aves.
Traspolando esta rica narración, La Biblia nos da indicios
y nos deja una lección indicando asimismo en su contenido que: “Dios resiste a
los soberbios y da gracia a los humildes”.
¿No será mejor renunciar a esa soberbia, estimado
Nicolás?
Tal vez, renunciando la pedantería y la auto-exaltación,
si te “haces cargo” de lo que venimos padeciendo los argentinos desde 2015, puedas
adoptar una posición de mayor humildad, aun cambiar el rumbo que
inexorablemente nos llevaría a otra crisis de gobernabilidad como la de 2001. El
mandato no termino. No provoques a Dios, no sea que te pase lo mismo que a
Domingo Cavallo. Arrepiéntete y pide perdón por tus dichos de esta mañana.