-¿Compro
dólares Pablo?- Una pregunta cada vez más frecuente en los cumpleaños. Es que Cambiemos
para muchos representaba el fin del populismo, prometiendo crecimiento
económico sustentable. El fin de la
incertidumbre. Ya se percibe cierta desilusión acerca de la naturaleza de los
problemas argentinos. Parecería ausente esa modalidad óptima de producir cambio.
A la sazón muchos colegas de diferente extracción, nos permitirnos una
apreciable cuota de escepticismo, tanto en la aplicación de los recursos
técnicos y gerenciamiento, como en la articulación de ciertos aspectos
teóricos.
Al evaluar
el grado de efectividad que puede aportar un programa económico se elaboran
numerosas investigaciones que pueden rebatir o reafirmar conjeturas previas,
arrojando luz sobre los puntos más importantes. Ahora es posible determinar que
tanto el enfoque económico vigente como el gerenciamiento del Estado han sido
ineficaces para resolver las materias pendientes del gobierno anterior.
Argentina-en una proporción importante-es otro tipo de país, diferente al que
examina la bibliografía básica general económica y de negocios. Tiene
particularidades notables que no opera un economista estándar, un profesor de
la universidad, un CEO. Tampoco aprovecha un empresario argentino que “sabe
ganar dinero”, en ciertos casos “saber ganar dinero” es un eufemismo cuando
profundizamos las estrategias. Rico en base a licitaciones, moratorias,
blanqueos…
Los
factores que tienen mayor incidencia en el éxito de un programa económico argentino
se vinculan en primer termino con lograr el bienestar general que podríamos tantear
en alguna teórica ciudadanía europea meridional, aunque con menos de la mitad de
su PBI per capita y, esto sin haber pasado por dos guerras, con sindicatos y
movimientos sociales mas dinámicos, una multitud de argentinos que posee una extraordinaria
conciencia de sus derechos políticos y sociales. El resto de las cuestiones
macroeconómicas si son factores comunes a todas las economías del sistema.
En la
Argentina los programas económicos parecen ser más duraderos cuando las
necesidades de la ciudadanía está insatisfecha, por eso el gobierno anterior
estuvo atascado 4 años. Cuando subsisten demandas que esperan ser atendidas, si
se lo hace se consiguen mejores resultados que cuando no se los requiere. Experimentar
cambios antipáticos e innecesarios anteponiendo la inflación por sobre el
empleo y el salario, ya habíamos visto que no funciona.
LUCES AMARILLAS Y ROJAS:
Tipo de cambio:
El tipo de
cambio real multilateral (BCRA), es el equivalente al valor del peso local con
respecto a una canasta de monedas y determina en alguna medida, el grado de
competitividad de la economía de un país.
En Argentina el comportamiento del sector externo en 2016, luego de una
mega devaluación exhibió un aporte negativo a PBI de (-0.7) puntos, donde lo
más preocupante fue el comportamiento que tuvieron las importaciones que
crecieron 5.4%-en lugar de caer 12% como en 2014-, restando 1.3 punto a
la variación del PBI de todo el año.
En 2002 el dólar cotizaba el
equivalente de lo que hoy representaría $ 38 y, el tipo de cambio real bilateral (de 1 dólar), costaba más de $ 42. Si hoy
tomáramos el promedio de los últimos 20 años, el tipo de cambio real multilateral (BCRA), incluyendo el dólar “planchado” de la
Convertibilidad por 4 años-1997, 2001-, cotizaría a $22. Esto es alrededor de
28% menos, o digamos 40% de apreciación. Si se considera el promedio histórico
desde 1960 (excluyendo las dos hiperinflaciones, hoy cuesta 33% menos, o tiene una
apreciación de 50%). Desde 2003 a 2009 al promedio, hoy un dólar estaría
alrededor de $ 30. Para equiparar a la devaluación de Kicillof debería estar en
$ 22 (ese nivel requeriría otra nueva devaluación de 45%), acumulando 122% de
devaluación en 16 meses.
Inflación, situación fiscal y monetaria, endeudamiento:
Con cerca de 10% acumulado de
inflación en solo un cuatrimestre, no esta muy claro como se llegaría a 17% en
todo 2017. El FMI con máxima moderación ya
habla de 25.6% y el daño es autoinfligido ya que aumentaron 50% los peajes, 80%
la electricidad, etcétera.
El gasto primario, sin contar los subsidios económicos subió 41%. El
gobierno sigue financiándose con mucha emisión de deuda, generando una
considerable carga de intereses que aumentan el déficit fiscal. Endeudamiento
nacional, provincial e internacional. El ministro Caputo ya coloco en 3 meses
22 mil millones de dólares, superamos la relación deuda/PBI de Fernando De la
Rua en Diciembre de 2001, con más retraso cambiario y más deuda en dólares. Recuerde
que si hay descarrilamiento, la relación deuda/PBI puede ser extravagante y puede
incluir default. En este punto si después de las elecciones los tomadores de
deuda argentina titubean, el FMI podría ser un eventual salvataje, pero si decide
no ayudar enseguida con 20/25.000 millones de dólares en 2018, tendríamos final
abierto. Escenarios de este tipo, van al encuentro de un único domicilio porque
tarde que temprano comienzan a escasear los dólares y desaparece el financiamiento.
La crisis financiera deviene en económico-social porque crecen desempleo,
pobreza e indigencia y, por supuesto cae el salario.
Actividad:
En 2016 el consumo privado cayó 1.5% y la inversión se derrumbó 5.5%. La recesión vino siendo
distinta a otras recesiones, donde en proporción caía menos la demanda doméstica, si bien esta es la única recesión
donde se contrajo en los últimos 16 años (consumo e inversión) y al mismo
tiempo aumentaron las importaciones. Esta es otra causa del problema de la
industria argentina. Hay muchas ramas que vienen cayendo por dos trimestres consecutivos
como: alimentos y bebidas, productos químicos, refinación de petróleo,
productos de caucho y plástico,
metalmecánica, cigarrillos, papel y cartón, construcción, metales
básicos, edición e impresión, insumos textiles. La recuperación industrial no
es obvia, no existe ningún indicio de una recuperación vigorosa de largo
alcance como la del periodo 2003-2011, que aun superó la gran recesión mundial,
con el semestre trágico en medio (último trimestre de 2008 y primer trimestre
de 2009).
La economía en este momento vuelve a
tornarse extremadamente vulnerable, no se percibe una recuperación, a lo sumo se
podría lograr algún amesetamiento hasta que lleguen las elecciones como un “objetivo
de máxima”. En este contexto, será muy difícil aun “rebotar” la caída de 2016, alcanzando
un crecimiento de 2.5% en 2017.
Esta recesión es insólita,
porque es una recesión con política fiscal ultra expansiva, supuestamente con
el objeto de espolear la demanda agregada, pero al mismo tiempo con política
monetaria contractiva (recesiva) a los fines de detener la inflación que no
cede, más bien aumenta. La inflación anualizada supera el nivel que proporcionaban
los consultores privados en la época de CFK, lo que podría profundizar la caída
de la actividad. Cualquier gobierno sabe que de una recesión se sale con una
combinación de políticas fiscales y monetarias expansivas.
Cuanto menos se
enfoca el gobierno en las urgencias de corto plazo, mayor es el riesgo que
disminuya su preferencia en las próximas elecciones de medio termino. En cambio
si apuntara hacia el largo plazo, necesitaría confianza para atraer inversiones
y crecer de manera sostenida, pero esta haciendo todo lo contrario. La
inversión productiva vuelve cuando el tipo de cambio esta alto, la tasa de
interés es baja y el crédito abunda. Para que lleguen las inversiones el déficit
fiscal debe ser exiguo, y no es recomendable exhibir protesta social ni represión,
que expongan una presunta ingobernabilidad del sistema democrático. Según enseñamos en
la universidad, en la economía desde “el lado de la oferta”, el crecimiento sostenible de un país a largo plazo está determinado por la evolución de su
producto potencial. Y, el producto potencial depende de la disponibilidad de
insumos o recursos (fuerza laboral, capital humano y capital físico) y de la
productividad de estos factores. Esta claro que por allí tampoco va bien la
cosa.
A esta
altura las preguntas mas frecuentes que recibo son:
-¿Cuanto? y
¿Cuándo?-