En estos años la inversión total tuvo una mejora significativa, y calculada a precios constantes ascendió desde 11% del PBI en 2002, a 19% en 2005. Con una política económica diferente, los resultados lucen como en los primeros años de la convertibilidad. La cifra proyectada para todo 2005 no está alejada de los 21 puntos del PBI logrados en 1998, año en que comienza la desaceleración que retrotraería la inversión a un piso del 11 %. Claramente la inversión pública también avanzó y alivió en parte la erosión que proyecta aún, el sector privado. Recordemos que durante los años de auge de la convertibilidad, la cuestión era bien diferente. En el pico de crecimiento, la inversión pública era poco menos que marginal, en términos relativos. A nivel general está previsto para 2006 que el indicador supere los 20 puntos del PBI, como en 1994, justo antes del Efecto Tequila. La actitud de precaución que observaban los inversores más indecisos se está disipando día a día. Los indicadores de la economía ascienden impetuosamente y ahora el desafío es que la inversión acompañe un segundo tramo del actual proceso de recuperación.
El modelo económico productivista consiste en exportación, inversión, tipo de cambio real alto y estable. La jugada cardinal inversora apuntó a la exportación y la sustitución de importaciones desde el inicio y parece ser que continuará su itinerario. Inclusive estos agregados han impulsado la recuperación y el empleo, mientras se negociaba con los organismos multilaterales de crédito y los tenedores de bonos. El modelo de producción y trabajo dispensa especial atención a cada proyecto de inversión de una manera particular y no generalizada. Prevalece además, una estrategia distinta que busca reducir el enfoque hacia la ganancia financiera de corto plazo. La inversión obedece a un punto de vista donde las empresas deben generar rentabilidad, y las mismas deben reinvertirse en términos de acumulación de capital. Insistiendo, el actual no es un modelo de enfoque bancario que atrae capitales de corto plazo, sino que se desvela por inyectar incentivos en proyectos manufactureros y exportadores. El inversor productivo-que es un tipo de inversor distinto- observa favorablemente el tipo de cambio actual, una política de tarifas moderadas y niveles de costos consistentes con una producción de bienes y servicios competitiva. La confianza de los inversores está creciendo. En este contexto, la rentabilidad de la industria-incluyendo la agroindustria- y el campo seguirán empujado la reactivación y el empleo. Ya sea por la política cambiaria, los precios internacionales de los commodities, o la recuperación de la industria, el consenso dice que aquí estarán enfocados los ojos de este nuevo perfil inversor.
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